lunes, 10 de marzo de 2014

La novela (la narrativa) del S.XX hasta 1939

LA NOVELA DEL SIGLO XX HASTA 1939

La narrativa anterior al 39 presenta tres generaciones: la Generación del 98, el Novecentismo y la Generación del 27.


LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98

En 1902 publican en España autores significativos como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, los cuales inician un camino marcado por los siguientes rasgos:

1.- Denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia…
2.- Pesimismo ante la situación histórica (el desastre colonial de 1898) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
3.- Influencia de la filosofía: los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido)
4.- El dolor de España y Castilla como profundo símbolo de patriotismo casticista
5.- Renovación estética o del estilo mediante: A) El subjetivismo o antirrealismo: no se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior. B) Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Azorín habla de ‘novela permeable’).

UNAMUNO (1864/1936)

Unamuno acuñó el término "nivolas"; Unamuno se sirvió de la novela para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector...
NOVELAS MÁS IMPORTANTES: En 1914 publica Unamuno la que, sin duda, es su mejor novela: "Niebla". Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción.
Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela "Abel Sánchez" (1917)
Tras "La tía Tula" (1921), Unamuno publica “San Manuel Bueno, mártir” (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

VALLE INCLÁN (1866/1936)

Dos estilos definen la obra de Valle: modernismo y esperpento.
Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro "Sonatas", subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”Sonata de otoño (1902), Sonata de Estío (1905), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de invierno(1905); supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental". De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista” (1908/1909), que narran episodios de la última guerra carlista de España.
Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, "Tirano Banderas" (1926). Por último las tres novelas del "Ruedo ibérico" (1927-1932) reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

AZORÍN (1873-1967)

En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplo de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo Más tarde escribe “Don Juan” (1922) y “Doña Inés” (1925), en las que se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.

PÍO BAROJA (1872/1956)

Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:

1.- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad
2- Acción y diálogos abundantes
3- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones
4-Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos
5- Cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos).

Su producción narrativa: se suele organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:

Primera etapa (1900-1912) Trilogías: 1.- La lucha por la vida (La busca. Mala Hierba. Aurora roja); 2.- La tierra vasca (- La casa de Aizgorri. - El mayorazgo de Labraz. - Zalacaín el aventurero). 3.- La raza: (- La dama errante. - La ciudad de la niebla. - El árbol de la ciencia); 4.- El mar: (Las inquietudes de Shanti Andía-El laberinto de las sirenas- Los pilotos de altura.-)

Segunda etapa (1913-1936): (Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta .

Tercera etapa (1939-1956): Desde la última vuelta del camino (Memorias).

NOVELA NOVECENTISTA (GENERACIÓN DEL 14)

Destacaremos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas. Y entre ellos los principales serán Ramón Pérez de Ayala Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores.

 GABRIEL MIRÓ. Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel (1921), y El obispo leproso (1926). Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar. Las cerezas del cementerio (1910) y El abuelo del rey (1915) son otras obras importantes.

 RAMÓN PÉREZ DE AYALA (1888-1962) Ramón Pérez de Ayala. Sus primeras cuatro novelas, Tinieblas en las cumbres (1907), A.M.D.G (1910), La pata de la raposa (1912) y Troteras y danzaderas (1913) tienen un marcado carácter autobiográfico. Relatan la crisis de conciencia individual, próxima a los tipos pasivos y existencialmente desorientados de las novelas de principios de siglo.

En los años veinte escribe novelas intelectuales como Belarmino y Apolonio (1921), Tigre Juan y El curandero de su honra (1926). Lo importante de estas novelas no es la trama sino las reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas...) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista).

 RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA. La base de su producción literaria es la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: "Humorismo + Metáfora = Greguería".

Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho (1927). No podemos olvidar El Novelista (1924), historia de un autor en busca de motivos para sus novelas y de imaginación. El doctor inverosímil (1921) narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.

LA NOVELA HACIA 1927


En los mismos años en los que llega a su auge la generación poética de Guillén, Lorca... están escribiendo en líneas distintas al menos otros dos grupos de autores. El primero está formado por novelistas republicanos que padecieron el exilio: Benjamín Jarnés, Juan Chabás, Rosa Chacel, Juan José Domenchina, Max Aub o Francisco Ayala; estos autores, en sus primeras obras, practican una novela en línea con el “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset. El segundo grupo (llamado nuevo romanticismo) plantea una novela social muy comprometida con la ideología revolucionaria: José Díaz Fernández, Ramón J. Sender y César Mª Arconada.

jueves, 6 de marzo de 2014

Nocturno (Rafael Alberti)

NOCTURNO

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirves: son palabras.

Balas, balas.

Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡Qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!

Balas, balas.

Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta 
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.

Balas, balas.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

De un momento a otro (1937)



1. Organización de las ideas.

     En su estructura externa, este poema de diecisiete versos de Rafael Alberti está dividido en tres estrofas desiguales cerradas por el estribillo "Balas. Balas" y por un verso final.

     En su estructura interna, el poema está organizado en tres partes que semejan la estructura clásica de los textos argumentativos, ya que en el fondo Rafael Alberti está arguyendo sobre el uso de la palabra en tiempos de guerra frente al uso de la violencia.

* Primera parte (estrofa 1ª y estribillo 1º, versos 1-6): El poeta señala el tema que trata en el poema y la tesis inicial: el odio, la rabia y la venganza hacen inútiles las palabras.

* Segunda parte (estrofas 2ª y 3ª, estribilllos 2 y 3): La tesis inicial dicha en la primera parte se ve reforzada por dos hechos o argumentos:
     1. Las palabras y los escritos de los políticos, los periodistas y los escritores son sustituidas por las armas.
     2. El poeta confiesa dolorosamente que le está pasando lo mismo.

* Tercera parte (verso final): Conclusión o tesis final: las palabras están heridas de muerte.

2. Tema.

     La inutilidad de las palabras en tiempos de guerra, donde "palabras" se refiere tanto a las propias de la lengua oral como a las de la lengua escrita.


 Resumen.

     Rafael Alberti, en este poema publicado durante Guerra Civil española, se la menta de que las palabras son sustituidas por las balas en situaciones extremas de rabia, de odio y de venganza. Las balas han reemplazado a las palabras de los políticos, los periodistas y los intelectuales; incluso el poeta mismo siente la oscuridad de la noche que a él las balas también le han sustituido el uso de la palabra.

3. Comentario crítico.

     Este poema de Rafael Alberti, autor perteneciente a la Generación del 27, refleja el evidente estado de desolación de un poeta que vio cómo los fusiles, los cañones y las bombas sustituyeron a los debates, los discursos, los libros..., porque como dice el poeta, en los momentos en que sólo existe violencia, odio y asesinatos las palabras están "heridas de muerte".

     En cierto modo esto es verdad, en las guerras a los ciudadanos que las sufren sólo les cabe elegir una posibilidad de acción: o combatir con las armas en uno de los bandos o actuar en provecho de las víctimas inocentes, refugiados y prisioneros como médicos, enfermeros, dando alimento, medicinas... , es decir, se opta por destruir o por construir. Los intelectuales y literatos de la época también usaban el poder de la palabra como mecanismo de cambio, de crítica y de búsqueda de salida a situaciones de crisis. Y a esto es a lo que se refiere precisamente Alberti, quien observa cómo la sociedad de su época se desmorona y ya ni las palabras siquiera sirven, como si las bombas también cayeran sobre ellas.

     Nuestra generación no ha vivido ninguna guerra, y, aunque sí hemos sido observadores mediáticos de muchas de ellas, no alcanzamos a imaginar la impotencia y el dolor ante la pérdida, no ya sólo de seres queridos sino también de modos de entender la sociedad y el mundo, es decir, la pérdida también de los ideales. 

     Hoy día somos testigos de la libertad de expresión y en esta odiosa situación de crisis son muchos los ciudadanos que han salido a la calle a pronunciar su PALABRA de queja, de lamento o de oposición, pero lo verdaderamente peculiar de nuestra sociedad es que esta libertad coincide con un descreimiento del poder de la palabra porque nada cambia, todo sigue igual, sólo se cree en el poder del dinero que lo corrompe todo. Algunos piensan que por este motivo, por este desencanto y por esta falta de fe en la  palabra,  conviven en las manifestaciones la queja pacífica y la destrucción violenta. Sin lugar a dudas, las crisis siempre suponen una puerta abierta a los radicalismos, en ocasiones por porte de vándalos, y a menudo provocados por la desesperación del que sufre necesidades básicas.

     Yo creo que es precisamente en estos tiempos díficiles donde más debemos dejarnos llevar por la razón y la inteligencia, y aunque seamos contundentes en nuestros planteamientos y críticas, debemos llevar por bandera la creencia en el poder de la palabra y en la no violencia. Son muchos lo que creyeron en la palabra en tiempos de singular dureza, como Gandhi, Luther King o el recientemente desaparecido Nelson Mandela, y ellos, sin lugar a dudas, han pasado a la historia como nuestros referentes, como faros luminosos de esperanza en el poder del amor y la reconciliación humanas.

     Son muchos los poetas y escritores españoles que con su obra también combatieron el sinsentido de una guerra que hizo que España se resquebrajara en dos, desde el poeta que nos ocupa, Alberti, pasando por los autores de su generación, hasta llegar al asesinato de Lorca como ejemplo de hasta dónde puede llegar la barbarie de una guerra que aplasta vidas, ideales, genios y palabras. Yo quiero terminar con un verso de Miguel Hernández, también víctima de la guerra, que desde la cárcel mantenía viva la esperanza:

"Tristes armas si no son las palabras, tristes, tristes..."